La industrialización, un motor indiscutible del desarrollo económico, ha transformado profundamente nuestro mundo. Sin embargo, sus efectos en los ecosistemas acuáticos y terrestres son cada vez más palpables. Los procesos industriales, desde la producción de energía hasta la fabricación de bienes de consumo, liberan una gran cantidad de sustancias contaminantes que alteran los ciclos biogeoquímicos naturales, en particular los del carbono y el nitrógeno.
Los gases de efecto invernadero emitidos por las industrias, como el dióxido de carbono y el metano, contribuyen al calentamiento global y acidifican las cuencas hidrográficas así como los océanos, afectando la biodiversidad de las aguas y alterando los patrones climáticos. Además, los vertidos industriales contaminan ríos, lagos y mares con compuestos orgánicos e inorgánicos, como metales pesados, pesticidas y nutrientes. Este exceso de nutrientes, principalmente nitrógeno y fósforo, desencadena un proceso conocido como eutrofización, que provoca un crecimiento descontrolado de algas y la consiguiente disminución del oxígeno disuelto en el agua, lo que a su vez lleva a la muerte de otras formas de vida acuática, un ejemplo muy conocido que tenemos en Venezuela se encuentra el lago de valencia y el de Maracaibo donde al año mueren muchas especies de animales por la alta concentración de nitrógeno en sus aguas y su famoso verdin .
la urbanización, estrechamente ligada a la industrialización, intensifica estos problemas. La impermeabilización de los suelos reduce la infiltración del agua y aumenta la escorrentía, lo que acelera el transporte de contaminantes hacia los cuerpos de agua. Además, la construcción de infraestructuras y la expansión de las áreas urbanas fragmentan los hábitats naturales y reducen la biodiversidad.
Referencias bibliográfica:
Ecological Society of America - edicion 1 (1997) Issue 1 Spanish.pmd