El
paralelismo evolutivo o evolución convergente, se refiere a la forma en que dos
o más estructuras, a través del proceso de desarrollo por distintos caminos,
logran converger hacia la solución de un problema. Desde el campo de la ciencia
o la tecnología, algunos descubrimientos o inventos se han desarrollado en
diferentes lugares geográficos y por diferentes personas; tomemos por ejemplo
la controversia histórica entre dos grandes físicos y matemáticos, como lo son
Sir Isaac Newton, quien mantuvo una disputa con el filósofo alemán Gottfried
Leibniz sobre quién inventó el cálculo infinitesimal; la controversia se
inicia, porque en su momento, ninguno de los dos había hecho público el
desarrollo de ésta teoría sobre el cálculo infinitesimal, herramienta fundamental
para el desarrollo científico que años más tarde se alcanzó gracias a ésta
teoría.
Si aplicamos el paralelismo evolutivo con la Teoría General de Sistemas,
podemos apreciar, como de una manera separada se ha logrado un desarrollo de
sistemas más complejos que ha permitido de alguna manera la solución a grandes
problemas; como por el ejemplo el desarrollo de la energía atómica, que desde
un principio comenzaron los estudios en la Alemania nazi, simultáneamente se
estaban llevando a cabo en Inglaterra y Estados Unidos; y que posteriormente se
logró el máximo desarrollo en éste último, logrando la creación de nuevas tecnologías
y de armas de destrucción masiva.